Los movimientos sociales han tenido un papel relevante en la disciplina y práctica social de la salud, al legitimar acciones políticas que mejoran las condiciones de vida, incluyendo aspectos sanitarios y de atención médica. Sin embargo, el ejercicio de la salud pública suele caer en enfoques prescriptivos que omiten la relevancia de las discusiones éticas y morales que se dan en la esfera pública. La democracia deliberativa permite que la salud pública supere estas limitaciones, al desatar el potencial crítico que tienen las argumentaciones públicas, para transformar las condiciones de vida que afectan la salud y el bienestar humano. Democracia deliberativa y salud pública propone que los actores comprometidos con el derecho a la salud deben generar foros permanentes de deliberación acerca de los diferentes desafíos a los que se enfrenta la sociedad en asuntos relacionados, pues solo así los ciudadanos podrán sentir que son autores y artífices de las acciones de salud que surgen en su comunidad política.