Hace dos años…
—¡Estás quemada como un cangrejo, tía! —me soltó mi amiga Marta sonriendo de oreja a oreja.
Sus ojos pequeños y verdes me recorrieron de arriba abajo antes de echarse a reír escandalosamente, atrayendo la atención del grupo de estudiantes que nos rodeaba.
Uno de los profesores nos llamó en ese momento para asegurarse de que no nos dispersáramos mientras pasaban lista.
—¡Eh, nos van a echar la bronca! —advertí a Marta, dándole un pequeño empujón.
Abrí la boca perezosamente y di un largo bostezo; apenas lograba