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Sófocles

Antígona

  • Itzzzhas quotedyesterday
    Estas son las normas con que me propongo hacer la grandeza de Tebas, y hermanas de ellas las órdenes que hoy he mandado pregonar a los ciudadanos sobre los hijos de Edipo: a Etéocles, que luchando en favor de la ciudad por ella ha sucumbido, totalmente el primero en el manejo de la lanza, que se le entierre en una tumba y que se le propicie con cuantos sacrificios se dirigen a los mas ilustres muertos, bajo tierra; pero a su hermano, a Polinices digo, que, exiliado, a su vuelta quiso por el fuego arrasar, de arriba a abajo, la tierra patria y los dioses de la raza, que quiso gustar la sangre de algunos de sus parientes y esclavizar a otros; a éste, heraldos he mandado que anuncien que en esta ciudad no se le honra, ni con tumba ni con lágrimas: dejarle insepulto, presa expuesta al azar de las aves y los perros, miserable despojo para los que le vean.
  • Itzzzhas quotedyesterday
    sobre los hijos de Edipo: a Etéocles, que luchando en favor de la ciudad por ella ha sucumbido, totalmente el primero en el manejo de la lanza, que se le entierre en una tumba y que se le propicie con cuantos sacrificios se dirigen a los mas ilustres muertos, bajo tierra; pero a su hermano, a Polinices digo, que, exiliado, a su vuelta quiso por el fuego arrasar, de arriba a abajo, la tierra patria y los dioses de la raza, que quiso gustar la sangre de algunos de sus parientes y esclavizar a otros; a éste, heraldos he mandado que anuncien que en esta ciudad no se le honra, ni con tumba ni con lágrimas: dejarle insepulto, presa expuesta al azar de las aves y los perros, miserable despojo para los que le vean.
  • b7601523423has quoted4 months ago
    : el carácter de los protagonistas, las decisiones que toman y las consecuencias, a menudo dolorosas, de estos dictados de la voluntad personal. Antígona relata el rito funerario de su hermano Polinice, muerto en combate al desobedecer el edicto de Creonte, gobernador de Tebas. El entierro del hermano acarrea para Antígona su propia muerte, la muerte de su amante, Hemón, que no es otro que el hijo de Creonte, y la muerte de Eurídice, esposa de Creonte.
  • b7601523423has quoted5 months ago
    Nadie puede hacer de adivino porque nada hay fijo para los mortales. Por ejemplo Creonte —me parece— era digno de envidia: había salvado de sus enemigos a esta tierra de Cadmo, se había hecho con todo el poder, sacaba adelante la ciudad y florecía en la noble siembra de sus hijos. Pero, de todo esto, ahora nada queda; porque, si un hombre ha de renunciar a lo que era su alegría, a éste no le tengo por vivo: como un muerto en vida, al contrario, me parece.
  • b7601523423has quoted5 months ago
    CREONTE. —¡Ay! ¡Ay de mí! De todo, la culpa es mía y nunca podrá corresponder a ningún otro hombre. Sí, yo, yo la maté, yo, infortunada. Y digo la verdad. ¡Ay! Llevadme, servidores, lo más rápido posible, moved los pies, sacadme de aquí: a mí, que ya no soy más que quien es nada.
  • b7601523423has quoted5 months ago
    CREONTE. —¡Ay, mísero de mi! ¡Sí, ya he aprendido! Sobre mi cabeza —pesada carga— un dios ahora mismo se ha dejado caer, ahora mismo, y por caminos de violencia me ha lanzado, batiendo, aplastando con sus pies lo que era mi alegría. ¡Ay, ay! ¡Ay, esfuerzos, desgraciados esfuerzos de los hombres!
  • b7601523423has quoted5 months ago
    CORIFEO. —Con mucho, la prudencia es la base de la felicidad. Y, en lo debido a los dioses, no hay que cometer ni un desliz. No. Las palabras hinchadas por el orgullo comportan, para los orgullosos, los mayores golpes; ellas, con la vejez, enseñan a tener prudencia.
  • b7601523423has quoted5 months ago
    ahora, con actos conviene afrontar lo presente: del futuro ya se cuidan los que han de cuidarse de él.
  • b7601523423has quoted5 months ago
    MENSAJERO. —Según esta muerta que aquí está, el culpable de una y otra muerte eras tú.
  • b7601523423has quoted5 months ago
    CREONTE. —Ay, vosotros que veis, en un mismo linaje, asesinos y víctimas: mi obstinada razón que no razona, ¡oh errores fatales! ¡Ay, mis órdenes, qué desventura! Ay, hijo mío, en tu juventud —¡prematuro destino, ay ay, ay ay!— has muerto, te has marchado, por mis desatinos, que no por los tuyos
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