No se trata de inventar nuevos sueños, sino de demolerlos por completo. La filosofía puesta aquí en marcha se concibe, pues, como trabajo de desengaño, tal y como aparece a la vez en una tradición filosófica antigua (Epicuro, Lucrecio, Spinoza) y en los autores que fundan nuestra modernidad (Nietzsche, Marx, Freud…). Como decía Demócrito, «la verdad está en el fondo del abismo» [3]. La desesperanza es exactamente este abismo