En 1840, en Londres, la por entonces ciudad más grande del mundo, un hombre convaleciente y con fuerzas renovadas luego de una larga enfermedad, sentado frente al ventanal de un café, ve pasar la multitud de peatones. Tras una observación minuciosa y detallista de los transeúntes, el rostro de un hombre con una peculiar expresión acaparó toda su atención por su absoluta singularidad. Así se desenvuelve la historia en la que el narrador, guiado por un gran instinto de curiosidad, persigue durante dos días seguidos a este hombre, con la póstuma sospecha de que se trata de un terrible criminal. La persecución pasea al narrador por lugares inusuales y extraños, con un clima contante de misterio y suspenso.
Edgar Allan Poe (1809 — 1849), considerado uno de los más grandes escritores estadounidenses, fue un poeta, cuentista y crítico literario. Mediante el uso de recursos innovadores y experimentales, sus historias otorgan una experiencia intensa y singular. Utiliza el terror y la violencia para ahondar en las paradojas y misterios del amor, el dolor y la culpa, y aunque acude a las fuerzas sobrenaturales, las verdaderas tinieblas que explora son las de la mente humana y su propensión a la autodestrucción, representando en buena medida el preludio de la literatura moderna de terror. A pesar de su éxito literario, vivió en la pobreza durante toda su carrera y su vida personal fue muchas veces tan lúgubre como su obra literaria. Tenia problemas con el alcohol y lo atormentaba profundamente la pérdida de su madre y su esposa que murieron de tuberculosis.