«De ritmo solo carece lo muerto», afirma Ce Santiago, y la vitalidad de este ensayo lo demuestra. Enamorado de la batería desde siempre, Santiago recorre la historia del instrumento y del arte de tocarlo, pero el compás de su prosa única también nos arrastrará hasta el filo del tiempo, el breve aunque crucial lapso que media entre un tic y un tac, allí donde convergen la literatura, la música y la vida entera, donde la tríada ritmo-cuerpo-instrumento se funde en un solo mandato que dice: bailemos.