Ejercicio: meditación base
Después de haber elegido el lugar adecuado y asegurarse de que nadie va a molestarle, escoja la posición que le parezca más cómoda, cierre los ojos e imagine que hay ante usted una escalera. Desde arriba, vaya descendiendo los peldaños y contándolos del uno al diez. Una vez haya alcanzado el décimo verá ante usted una puerta, ábrala suavemente y saldrá a una playa preciosa (si lo prefiere puede ser un prado entre suaves montañas) cubierta de arena blanca suavemente calentada por el sol, unas palmeras que la delimitan y el mar tranquilo que baña la orilla. Imagine que se tumba sobre la arena caliente y deja que las olas le acaricien el cuerpo. Intente percibir el rumor del mar, el susurro del viento que circula entre las ramas de las palmeras, el perfume de la arena mojada, el dulce calor de los rayos del sol sobre su piel, el sabor del agua salada. Permanezca inmóvil mientras disfruta de ese estado de beatitud e imagine que van escapando de su cuerpo todas las tensiones