Así se definía nuestra fe. No hay nada que saber. Podemos esperar de todo.
En el mundo exterior, me dijo Adam, se ha firmado un pacto con el diablo que empuja los automóviles y lleva los aviones por el aire. El mal fluye por cables eléctricos para hacer haragana a la gente. La gente mete los platos sucios en el armario y el armario los devuelve limpios. Tubos llenos de agua se llevan su basura y su mierda para que sea problema de otro. Adam me cogió la barbilla entre el pulgar y el índice y se inclinó para mirarme a los ojos, y me explicó que en el mundo exterior, la gente se mira en espejos.