Se encuentra allí, entre esas paredes repintadas, en los árboles que han plantado, en las mantas que abrigan a los niños, en las almohadas, los libros y los lápices. Está en la risa de los pequeños, en los versos que recita Aziza y en las oraciones que musita cuando se inclina hacia occidente. Pero, sobre todo, se halla en el corazón de Laila, donde brilla con el esplendor de mil soles.