El Tigre del Subte, fue un cuento publicado en la ciudad de Buenos Aires, como parte de una compilación de varios autores, y se convierte en el detonante de este periodo creativo.
Historias creadas durante la pandemia con personajes que se levantaron el velo y fueron surgiendo entre los muros para tomar vida propia. Personajes que reclamaron, de manera insistente, su existencia. Querían voz, buscaban memoria.
Así surgen como apariciones que llegaron, puntuales cada día, entre el amanecer y el primer café. Tomaron forma para explicar sus tormentos, sus duelos, sus complicidades, sus amores, sus dolores, sus perversiones, también la nada. Porque a veces no les pasaba nada. Entregaron la bitácora que aclararía el camino de la libertad, luego partieron dejando su huella indeleble en el papel.
Recuerdos que se hicieron compañeros permanentes del encierro, y una narrativa que por necesidad aparece murmurando entre el living y el balcón.
Maravillosos autores, también, se hicieron presentes en las gratas horas de lectura, y fueron el cimiento de estos relatos que estimularon el escape del encierro.
En estas historias no hay pretensiones, sólo son historias. Así de simple.