Eichmann. Por ejemplo, cuando, ya en el patíbulo, pronunció, sin ser creyente, frases como las de «Dentro de muy poco, caballeros, volveremos a encontrarnos. Tal es el destino de todos los hombres. ¡Viva Alemania!, ¡Viva Argentina! ¡Viva Austria! Nunca las olvidaré». Arendt prosigue y apostilla: «Fue como si en aquellos últimos mi