Sanar la culpa

El perdón supone una voluntad de abandonar el resentimiento, los juicios negativos y la indiferencia hacia quien nos ha ofendido y poder desarrollar sentimientos de compasión y generosidad.

Es tan difícil otorgar el perdón como recibirlo; también lo es concebirlo, porque pone al descubierto el lugar de la acusación moral

Tan negativo es ser culpable y no sentirse como tal como sentirse culpable y, sin embargo, no serlo.

el arrepentimiento auténtico requiere una acción reparadora de la mala conducta que haga frente, hasta donde sea posible, al daño causado y, en cualquier caso, elimine la posibilidad de volver a repetirlo. Siempre hay algo que se puede hacer para reparar el mal generado. Directa o indirectamente, realizando un bien compensatorio en favor de las personas dañadas o de la sociedad, recuperando la autoestima del sujeto.

Otros autores, en cambio, dicen que pretender que nosotros podemos perdonar a Dios por algo que nos sucede es colocarlo en el lugar del ofensor que nos ha hecho mal. En un sentido, estamos «sentando a Dios en el banquillo» de los acusados

Sienten que Dios les castiga merecidamente por pecados propios y hasta ajenos cuando en su vida ocurren cosas desagradables, duras o trágicas, como la muerte de seres queridos, enfermedades, accidentes, pérdidas cuantiosas, etc. «¿Qué he hecho yo para merecer esto?», se preguntan; tienden a ver castigos de Dios por todas partes, en calamidades naturales, en terremotos, en las enfermedades –algunas en particular–, etc.

El fomento del sentimiento exagerado de culpa en las instituciones con características sectarias constituye también una manera de mantener el control sobre sus adeptos. Una persona que se desprecia a sí misma es fácil de manipular. Y esas mismas personas terminan despreciando e insultando a todo aquel que critique legítimamente a la institución, buscando denigrarlo también como un «gusano».

el sentimiento de culpa es experimentado como en relación con sentirse vivo cuando es el otro el que ha muerto. Sentirse feliz por disfrutar por algo en el proceso del duelo puede generar sentimientos de vergüenza: «Me da vergüenza ser feliz porque mi madre está muerta»

Los seres humanos entablamos vínculos de amor, pero también nos habitan sentimientos de hostilidad hacia quienes amamos, porque el otro es distinto, porque es diferente y no solo nos reconoce, sino que es, en cierto sentido, una amenaza para nuestra identidad.

según la tradición judía, las enfermedades representan en general los castigos por las culpas cometidas. Dios recompensaría a los buenos de acuerdo con sus méritos y castigaría a los malvados según sus culpas, y tal castigo consiste con frecuencia precisamente en el envío de enfermedades