Si una persona empieza a pintar –independientemente de la edad, el sexo, el color de la piel o las arrugas en los ojos, la condición social o la cuenta bancaria–, si empieza a bailar, a hacer teatro o a dedicarse a cualquier arte, activa esas neuronas superdotadas y pluripotenciales, y el resultado será no solo un aumento de su sensibilidad, sino también de su inteligencia, no solo de su capacidad de comprender, sino también de sentir.