Así, hay dos tipos de verdad: la objetiva, cuyos resultados pueden confrontarse con lo real (ciencias, técnicas, vida cotidiana), y la subjetiva, a la que sólo se accede por la experiencia interior (mitos, religiones, literatura).
Ninguna religión puede ofrecer una respuesta objetiva a la pregunta de con qué fin existen el universo y el hombre. Sin embargo, todas ofrecen excelentes respuestas subjetivas.
El hecho de creer en cosas irreales nos ayuda a soportar la vida real.