De palabras sonoras, de gestos teatrales, de declamaciones histriónicas, sin una idea económica, sin principio filosófico o propósito social que la determine. Es la vieja política que vuelve—o más bien, que continúa—a pesar del cambio de unos hombres por otros, y de las declamaciones prosopopéyicas de los palaciegos en el Capitolio