desde el entorno de Facebook a Call of Duty, de algún modo guarda relación con el gesto del que durante siglos nos hemos servido para escribir libros, fabricar historias, pintar cuadros, esculpir bloques de piedra y componer música. ¿Qué buscábamos, al hacerlo? Intentábamos completar la creación duplicando el mundo y traduciéndolo a un lenguaje acuñado por nosotros. Buscábamos un modo de poner en red lo que habíamos entendido sobre la vida, en una especie de webing ante litteram. Lo que obteníamos así era abrir el tablero de juego empujando a la realidad a circular por un sistema sanguíneo con dos corazones: mundo y ultramundo