En 1939, al finalizar la Guerra Civil Española, muchos republicanos partieron al exilio. Entre ellos estaba Maricarmen García Antón, actriz de La Barraca. El dolor de la derrota y el destierro la dejaron partida en dos. Ella misma lo dice en su libro de memorias: "… es como si mi vida se hubiera bifurcado y una de sus ramas se hubiera quedado allí creando raíces tan profundas que nada pudo desarraigarlas". Desde ese pensamiento partí para escribir esta obra en la que el personaje está literalmente escindido: hay una Maricarmen mayor que se exilió, que tuvo a su pequeña hija en París y que luego vino a Buenos Aires con la niña y su marido, Gori Muñoz, y que desarrolló su vida aquí, donde nació su segunda hija. Y la otra Maricarmen, la joven, la que no pudo o no quiso cruzar la frontera, que se quedó en España, sin crecer, viviendo en un mundo paralelo, entre sus sueños perdidos, pero también sufriendo, como todos los que se quedaron. Y ese es el conflicto; el reproche mutuo de las dos al enfrentarse muchos años después, cuando Maricarmen mayor comienza a escribir sus memorias y la otra, la joven, decide un reencuentro y una unión.