En mi vivir cotidiano, estoy empezando a establecer una distinción entre dolor y sufrimiento. El dolor es un hecho, una experiencia que se debe reconocer, poner en palabras, y después debe ser utilizada de manera que la experiencia se modifique, se transforme en algo diferente, en fuerza o conocimiento o acción.
Por otra parte, el sufrimiento es el espanto de volver a vivir el dolor que no se ha analizado ni metabolizado.