A lo largo de nueve cuentos, el autor nos transporta a los rincones más profundos de la Corea rural. Los paisajes, aromas y colores de la campiña se recrean con exquisito detalle, retratando un entorno donde bosques, ríos y montañas son protagonistas tan importantes como la gente que los habita. Sin caer en folclorismos, Lee Hyo-seok expone los pormenores de la vida y costumbres campestres, en las que el clima, los ciclos lunares o un animal que escapa del corral sirven para hablar de las más profundas emociones humanas. En ese entorno agreste, donde lo terrenal y lo sublime se fusionan, el destino se muestra no como un misterio inexorable, sino como una fuerza que se manifiesta sutilmente en señales enviadas por la naturaleza.