La República de Ylandra, más inestable que nunca, se precipita hacia un nuevo régimen totalitario que sacude sus cimientos, cuando los rumores de antiguos reyes amenazan con quebrarla en pedazos. El odio y el miedo riegan sus calles, mientras el alzamiento de los anirios se fragua a fuego lento y prepara su ataque. En vísperas de la tempestad, La Escuela tiembla ante el funesto destino que las premoniciones le han augurado, haciendo frente a los ecos de un pasado tan corrupto como tenebroso y al Estado del Norte, donde el orgullo pisado clama en busca de justicia. La sombra de la profecía alimenta el terror de aquellos que conocen su existencia. La Orden de Addai intenta por todos los medios, y siempre desde las sombras, inclinar la balanza del poder en la capital, pues sin una Ylandra unida, vencer a los Tres será imposible. En un escenario así, el enfrentamiento es inevitable. Los grandes dioses ya caminan por el mundo. Las alianzas capaces de detenerlos están extintas. La pólvora se respira. Los tambores rugen. Los banderines ondean. Los hombres han abrazado la oscuridad de días imposibles y no hay osadía que pueda evitar los tiempos de guerra.