Antes de que Orwell nos contara que los cerdos pueden gobernar, Freddy “el cerdito renacentista” ya existía. Crado en la década de 1920 por Walter R. Brooks, que le dedicó una serie de casi treinta títulos, Freddy encarna en este volumen, y nunca mejor dicho, al animal político. Así escribe poemas y promete imposibles, se disfraza y nos resulta entrañable. Y la granja donde vive, más humana y animal que la de Orwell, es un lugar para reírse a carcajadas y ponerse a pensar. Por ejemplo, en cómo esto de la nueva política se parece mucho a los cuentos de toda la vida: los banqueros siempre querrán ser dueños de una nueva granja, los ratones se quejarán por principio y algunos cerditos, sabios y vitalistas, seguirán escribiendo poesía.