Lentamente, entre los horrores distorsionados de aquella escena indescriptible, la hélice empezó a golpear las aguas letales, mientras en el osario que era la costa, sobre las construcciones que no eran de este mundo, la Cosa titánica venida de las estrellas babeaba y gemía como Polifemo maldiciendo la nave en fuga de Odiseo.