Nuestra demasiada webetizada zoociedad está falta de textosterona, situación que intenta remediar, en vano afán, este panfleto, al cual procederemos a llamar textículo para no insultar a los diccionarios so pena de que manden a este tecnomante al pulgatorio. La inutilidad de este textículo para pobresores o putócratas es un peonasmo innegable, casi una pesardilla. Obvivamente, cualquier necronomicista sobreviviente del último organimoto, como buen sabelotonto, negará la noticiabilidad de la presente pectofanía, pero el murmulencio de las metánforas acallará a los sempiternos lloricultores hasta que los mentirólogos les dé un caso crónico de mediatitis. Cobraré entonces, con interheces, a la putocracia todas las ilicitaciones perdidas de gilware. A modo de postámbulo, chuplicará la difusión de este golosario que me hizo tanto galerear.