Serendipity

¿Qué dices, Gabe? ¿Quieres ser mi novio?

–Bueno, bueno –dijo Gabe con un fuerte suspiro–. ¿Qué quieres que haga?
–Fácil. Sé mi novio –respondí sencillamente.

La engañaste. Tenías todo, Travis. Piper te adoraba. Te veneraba. Fue a todas y cada una de tus funciones y hasta ayudaba tras bastidores. Era tu “amuleto de la suerte” y renunciaste a todo eso por unos besos sudorosos en el clóset del vestuario. Parece que el problema fuiste tú. No yo.

Estacioné y apagué el motor; la voz de Taylor Swift se cortó en la mitad de Lover. (Seré swiftie hasta la muerte).

¿Un novio que ya conoce cada aspecto irritante y/o extravagante de mí y aun así me sigue eligiendo? ¿No sería perfecto?

Pero lo curioso es que esta noche, lo juro, sus ojos tampoco dejan de encontrarse con los míos.
No quiero darme falsas esperanzas. No quiero creer que tal vez él se haya fijado en mí. Por fin.
Pero es imposible no desearlo.
Incluso después de todos estos años de deseos sin respuesta.

Si admito lo que siento, nuestra relación cambiará para siempre. ¿Y si todo se vuelve tan incómodo que él empiece a evitarme? Prefiero que seamos amigos eternamente antes que ser alguien con quien él ya no sepa cómo hablar.

–Es una muy mala idea. Están jugando con fuerzas que no
entienden.
–Bueno, Layla, solo nos vamos a besar… no vamos a leer el Necronomicón

–Que hayamos estado tanto tiempo juntos no significa que lo que teníamos funcionara