Una de las propiedades destacadas de la caricatura es, pues, su fácil percepción, que, como escribió el inventor de las tiras cómicas, el suizo Rodolphe Töpffer, en un tratado sobre fisonomía de mediados del siglo XIX, permite influenciar a más amplias franjas de población resultando un instrumento óptimo para la educación moral de los ciudadanos.