El periódico ya se lee más en vertical que en horizontal, el cine y la publicidad imponen por completo la escritura a la dictadura de lo vertical. Y antes de que el contemporáneo llegue a abrir un libro, sobre sus ojos se abate un torbellino tan denso de letras mudables, coloridas, discordantes, que sus posibilidades de penetrar en el arcaico silencio del libro se han vuelto escasas. L