Bibliotecas

No hay escolarización que valga la pena sin leer a Quiroga. El campeón absoluto de ganar niños

para mí todos los libros inclasificables son ensayo y para él todos los libros inclasificables son poesía

todavía sobrevive algo de esa cultura oral alrededor de los libros: los grupos de lectura entre amigas, los clubs de lectura en librerías, en parques o en línea. Los afectos, los vínculos y las comunidades que se tejen alrededor de los libros entusiasman, involucran y dan más ganas de seguir leyendo

Pienso que mi relación con la literatura nunca habría sido la misma si mi madre no hubiera leído tanto tiempo conmigo en voz alta.

las sociedades occidentales, leer significaba casi siempre leer en voz alta y en compañía. Esto fue cambiando y hoy en día la lectura en voz alta se reserva para esporádicas ocasiones de manteles largos y para las infancias. Cuando alguien dice la palabra “leer” imaginamos casi siempre una lectura en voz baja. Pero todavía sobrevive algo de esa cultura oral alrededor de los libros: los grupos de lectura entre amigas, los clubs de lectura en librerías, en parques o en línea. Los afectos, los vínculos y las comunidades que se tejen alrededor de los libros entusiasman, involucran y dan más ganas de seguir leyendo.

Pienso que mi relación con la literatura nunca habría sido la misma si mi madre no hubiera leído tanto tiempo conmigo en voz alta. Si no hubiera asociado la literatura con la convivencia y con el cariño, creo que ahora no me dedicaría a los libros.

A las estanterías del librero gris llega‍

las estanterías del librero gris llegaban a menudo libros nuevos. Mi madre siempre fue difícil para comprarme juguetes o ropa, porque estaba en contra del consumismo, teníamos poco dinero y mi gusto le parecía muy cursi. Pero con los libros nunca escatimó. Las librerías eran un paseo habitual y no hubo vez que le pidiera un libro que no me lo comprara. Los libros son una inversión, me decía siempre.

necesitamos el amparo de nuestras cosas queridas, nuestros amuletos frente al cotidiano apabullante.

En la mesa yo pegué la frase que Haroldo Conti tenía en su escritorio: “Este es mi lugar de combate y de aquí no me me moverán”. Y supe cocinar dos libros allí sentada.