El invencible verano de Liliana

De acuerdo a Snyder y a la cronología de creciente peligro que propone para relaciones signadas por violencia de pareja, las mujeres están en mayor riesgo de perder la vida a manos de sus exparejas en los tres meses posteriores a la separación, o en los tres meses posteriores a que el manipulador se da cuenta de que, esta vez, la separación es real.

. Ni Liliana, ni los que la quisimos, tuvimos a nuestra disposición un lenguaje que nos permitiera identificar las señales de peligro. Esa ceguera, que nunca fue voluntaria sino social, ha contribuido al asesinato de cientos de miles de mujeres en México y en el mundo.

Nadar era lo que hacíamos juntas. Íbamos por el mundo cada una por su lado, pero acudíamos a la alberca para ser hermanas. Ese era el espacio de nuestra más íntima sororidad.

Y todavía lo es.

Hace casi un año me lastimé el hombro derecho y tuve que suspender mis visitas a la alberca. El manguito rotador. Una tendinitis. En lugar de nadar, empecé a escribir este libro. Si la herida se cierra, volveré a nadar.

Quiero volver a encontrarla en el agua. Quiero nadar, como siempre lo hice, al lado de mi hermana.

Ella continúa aquí, con nosotros. Sí, Christina Sharpe tiene razón, ella, como tantos otros, sigue a nuestro lado, no como mera metáfora, no como la ensoñación de un sufriente o varios sufrientes, sino como carbono y fósforo, como sodio, y, también, como cloro.

Esto es algo que yo siempre hice contigo, dije.

They, like us, are alive in hydrogen, in oxygen;

in carbon, in phosphorous, in iron;

in sodium and chlorine.

CHRISTINA SHARPE, In the Wake

Pero eran en realidad cartas felices, cartas muy íntimas, cartas de querer estar cerca.

Liliana fue única desde el inicio —un nombre que nadie había usado en la familia. Una experiencia radicalmente nueva.

Liliana fue única desde el inicio —un nombre que nadie había usado en la familia. Una experiencia radicalmente nueva.

Porque estamos aquí, sí, llenas de talentos, no para alimentar la maestría vampírica de otros, ni para caer ciegas en el abismo de la locura, ni para cargar una piedra como San Jerónimo.