«Obra poliédrica, coral, con densidad de detalles que dan cuerpo a la historia y profusa galería de personajes que interactúan con el narrador de forma directa e indirecta, en una trama que se mueve entre la verdad histórica y la fabulación. Atrapar el tiempo en un entramado de palabras parece ser la ambición suprema del narrador, quien se erige en voz de una generación de cubanos que no solo vivió los cambios trascendentales, épicos y no pocas veces traumáticos y contradictorios después del 59, sino que integró a la vez a los agentes de esos cambios. La ciudad de Manzanillo es el gran escenario de esta novela, pero a la vez es personaje que vive y respira a través de su singular historia, su gente, casas, calles, bares, cafés, talleres, parques, imprentas, periódicos, tradiciones, costumbres… Todo fluye aquí, envuelto en un velo de remembranzas y nostalgias que conmueve e incita a compartir sentimentalmente lo que se cuenta. La Habana no escapa al juego calidoscópico de la memoria, en que el autor de igual forma hace gala de maestría narrativa y una cultura ecuménica, alimentada por el estudio y una existencia agitada, intensa, con luces y sombras, con aciertos y fracasos, con fe o sin ella, pero siempre con franqueza desgarradora que engancha al lector en algo muy parecido al laberinto de la eternidad».