Desde 1520, Patagonia alimentó fantasías europeas con imágenes de gigantes que poblaban un territorio maldito. Ni el imperio español, ni Argentina ni Chile consiguieron, hasta fines del siglo XIX, penetrar las estepas. Basado en una extensa investigación en archivos regionales, nacionales e internacionales, este libro analiza transnacionalmente los procesos que hicieron posible la ocupación argentina y chilena del extremo sur americano. Aunque fundamental para los imaginarios nacionalistas de cada Estado, los esfuerzos de colonización austral resultaron en sucesivos fracasos. Todo se transformó en la década de 1880. La navegación a vapor y la invasión ovina desde Malvinas reprodujo los capitales británicos y cambió radicalmente el paisaje social, geopolítico y ecológico. Desde entonces, las soberanías del capital y de los Estados se constituyeron recíprocamente, erradicando las indígenas. Luego, la industria lanera favoreció el surgimiento de un movimiento obrero clasista, que desafió el poder ganadero asociado a los funcionarios nacionales. Esos ejercicios de soberanía fueron reprimidos por tropas argentinas y chilenas y con ello se impuso, hacia 1922, el límite internacional y nuevas delimitaciones sociales. Insertando la ocupación de Patagonia en el contexto de la expansión mundial británica, Soberanías Fronterizas relaciona imaginarios y prácticas coloniales europeas y americanas y propone una interpretación novedosa, alejada de la tradicional épica empresarial y nacionalista.