HAY OTRO CHISTE BASTANTE BUENO ACERCA DE JESUCRISTO: a fin de relajarse tras su ardua labor de predicar y obrar milagros, Jesús decide tomarse un descanso a orillas del mar de Galilea. Durante una partida de golf con uno de los apóstoles, se encuentra con que ha de llevar a cabo un golpe complicado; Jesús lo hace mal y la pelota termina en el agua. Así que recurre a su truco habitual: camina sobre las aguas hasta donde está la pelota, se agacha y la recoge. Cuando Jesús intenta repetir el golpe, el apóstol le dice que es muy difícil: sólo alguien como Tiger Woods puede conseguirlo; Jesús le contesta: «¡Qué demonios, soy el hijo de Dios, puedo hacer cualquier cosa que haga Tiger Woods!», y repite el golpe. La pelota acaba de nuevo en el agua, de manera que Jesús vuelve a caminar sobre su superficie para recuperarla. En ese momento, pasa por allí un grupo de turistas americanos, y uno de ellos, al observar lo que ocurre, se vuelve hacia el apóstol y le dice: «Dios mío, ¿quién es ese tipo? ¿Es que se cree Jesús o qué?» A lo que el apóstol le contesta: «No, el muy gilipollas se cree Tiger Woods!»
Así es como funciona la identificación fantasmática: nadie, ni siquiera el propio Dios, es directamente lo que es; todo el mundo necesita un punto de identificación externo y descentrado.