De malo. Pero de malo porque —era una cosa asombrosa, y un experimento que yo no acababa de entender nunca— él cogía la fibra y le hacía así y me decía: usted ¿por qué me puso la verde en la roja?
Al tacto…
Claro, y yo pensaba... este señor cómo hace, si no ve, para distinguir el rojo del verde. Esas son las tres imágenes que así, de entrada, se me ocurren de Santa Rosa.