Estás buscando… no lo sé. Las otras partes.
Libby puso una mueca.
—¿Otras partes de qué?
—¿Cómo voy a saberlo? De ti misma, tal vez. —Resopló—. Da igual, no hay otras partes, Rhodes. No hay nada más. Solo estás tú.
—¿Qué significa eso?
—O que estás completa o que no lo estás. Deja de buscar. Está justo ahí —le informó, agarrándole la mano con impaciencia y arrojándosela al pecho. Ella lo fulminó con la mirada y se apartó de su lado, dolida—. O es suficiente para ti o nada lo será nunca.
—¿Esto qué es, un sermón?
—Eres un peligro de incendio, Rhodes. Así que para de disculparte por los daños y deja que el idiota arda.