Notario se posó sobre mi hombro según volvimos a mi apartamento. Con la neblina del alcohol disipada por el tiempo, comprobé que mi madriguera era el himno al desastre. Era complicado que tan siquiera un periquito pudiera sobrevivir en unas condiciones tan insalubres.
—Te ayudaré a recoger todo esto —dijo Inés.