El desarrollo humano es una respuesta divergente a las propuestas monetaristas que asumieron como fin último el incremento, adquisición y acumulación de capital como una forma de crecimiento excluyente. Volver la mirada al rostro humano significa reconstruir la comprensión de la práctica económica y su incidencia en la constitución del ethos social. A partir de este marco de comprensión se hace necesario pensar una propuesta de desarrollo que se agencie desde la base de las comunidades y los sujetos. Frente a este reto, la educación popular nace como una alternativa de formación y consolidación de capacidades que permiten a los sujetos consolidar plataformas de oportunidades autogestionadas para ejercer la libertad; en tal sentido se abre la puerta a una alternativa de desarrollo económico solidario que emerge de la comunidad, la educación y la centralidad de las personas como fines en sí mismos.