Cuando Frida Kahlo muere, Diego Rivera, marido, ex marido y viudo de Frida, le pide al poeta Carlos Pellicer que convierta la Casa Azul en un museo para que el pueblo de México pueda visitarla y admirar la obra de la artista. Pellicer seleccionó los cuadros de Frida que estaban en la casa, así como algunos dibujos, fotos, libros y cerámicas conservando los espacios tal cual los había adaptado el matrimonio para vivir y trabajar. El resto de los objetos, ropa, documentos, dibujos, cartas y más de seis mil fotografías que Frida reunió a lo largo de su vida, se guardaron en los baños convertidos en bodegas.
Este formidable acervo estuvo oculto por más de medio siglo. Hace pocos años decidieron abrir las bodegas, armarios y baúles que lo resguardaban. El conjunto de imágenes fotográficas es un tesoro que desvela los gustos e intereses de la famosa pareja, no sólo en lo que cuentan las imágenes sino también en las anotaciones al margen, y permite especular en torno a sus fobias y atracciones. En la colección de Frida hay una lista de grandes fotógrafos: Man Ray, Brassaï, Martin Munkacsi, Pierre Verger, George Hurrel, Tina Modotti, Edward Weston, Manuel y Lola Álvarez Bravo, Gisèle Freund y muchos otros, entre ellos la propia Frida Kahlo. Es probable que ella hiciera varias de las fotos de la colección, aunque estamos seguros de su autoría sólo en unas cuantas que decidió firmar en 1929.