Mentes insanas

Mi cuerpo asumió tanto y tan profundamente la indefensión que solo era capaz de protegerme imaginando que era una persona distinta, interpretando a alguien que se parecía a mí pero que no era yo

í. Aunque es como si hubiésemos derribado un muro, pero hubiéramos olvidado retirar los escombros,

El feminismo, para mí, es una herramienta, no una identidad.

Pero preguntarle a una persona deprimida por qué no llamó para contarle es como preguntarle a alguien que se ha roto la pierna por qué no fue «corriendo» al hospital.

Por eso, el entorno es importante. Porque el entorno tiene que estar atento.

se trata tampoco de la intensidad de la tristeza, es otra cosa. Estar deprimida es una especie de apatía sin fondo y sin solución. Una especie de apatía con un ruido de fondo que no calla. Como tener reformas de la cocina eternas en tu cabeza y en tus tripas y no poder salir de allí.

El momento ese justo antes de despertar, cuando estás que ni chicha ni limoná, ni dormida ni despierta, que empiezas a dejar el sueño y a notar el mundo real, ese es el momento que a ella realmente le mola.

Hace nada se lo decía a una amiga: si pudiese recordar durante el hundimiento que todo pasa y que en unas horas o unos días estaré mejor y lo veré, literalmente, todo desde otros prismas…

periódicamente yo, y otra gente como yo, necesitamos un tiempo de introspección para revisar cosas y hacer ajustes. Y que tal vez eso nos parecería una señal de salud y no de enfermedad.

He tenido infinidad de conversaciones sobre estos textos desde entonces, y me doy cuenta de que no necesitamos ser expertas: lo que necesitamos es poder hablar. Hablarnos.