Querido papá:
Te escribo para darte las gracias por el dinero. Cada vez que me sacas de un apuro tirando de tu cartera me pregunto: y si en el mundo no existiera el dinero, ¿cómo podría ayudarme mi padre? Y luego me pregunto si lo haces porque te sientes culpable o porque me quieres. ¿Y sabes qué? Que no quiero saberlo. He tenido la suerte de tener un padre como tú, que me deja vivir mi vida y cuando me equivoco, que es casi siempre, me ayuda. Pero se acabó, no quiero que vuelvas a ayudarme.