¿Qué tienen en común un chihuahua que pesa menos de 2 kilos y un gran danés que pesa más de 70? ¿Y un cocker de mirada tierna y un pitbull con pinta de boxeador? ¿En qué se parecen un yorkshire que lleva un lacito en la cabeza y sale a la calle con abrigo y un husky siberiano capaz de dormir en la nieve? A primera vista, no tienen nada que ver. Sin embargo, todos son perros, o lo que es lo mismo, forman parte de la misma especie. ¡En diversidad no hay quien les gane!
Todas estas razas vienen del lobo, incluso en los casos menos evidentes. Volvamos a la prehistoria. Todo comenzó hace entre 15.000 y 30.000 años. En un principio, parece ser que los lobos menos miedosos empezaron a acercarse a los asentamientos humanos. Tanto unos como otros salían ganando. Los lobos se comían los restos de comida de los hombres y, a cambio, hacían de guardianes y les avisaban de cualquier peligro. Con el paso del tiempo, el lobo se convirtió en un perro doméstico. Durante miles de años, su morfología no cambió demasiado. Fue sobre todo a comienzos del siglo xix cuando se empezaron a crear la mayoría de las razas que conocemos hoy.