Tres hombres y tres mujeres tratan de relacionarse lo mejor que pueden, y también de amarse lo mejor que saben. Unos se decantan por el modelo del amor cortés, colocando al otro en el lugar de lo incondicionado, donde se vuelve imposible cuestionarlo. Otros observan con perplejidad cómo su propia verdad le es arrebatada, cómo en respuesta a su imperiosa necesidad de ser tomados en serio solo reciben extrañas tergiversaciones y comunicaciones defectuosas. Todos, en definitiva, ya sea en el papel de víctimas o victimarios, amantes o amados, anhelan la posibilidad de un contacto auténtico y una comunicación verdadera; tal vez, el descubrimiento de un tercer lugar donde ya no sea necesario esconderse más.