Creo que estaría bien —dijo, arrastrando un poco las palabras—. Que vinieras aquí. Que te quedaras. Tomaríamos el té y charlaríamos y, un día, te diría que te quiero. Que no puedo imaginar la vida sin ti. Que me has hecho desear más de lo que jamás pensé que podía tener. Un extraño y bonito sueño.