No llores, pequeño

—¿Y qué gran causa es la nuestra?

—Pues la libertad y la restitución de nuestra herencia perdida.

—Quizá haya algo de eso. Pero para mí la libertad carece de sentido si no puede devolverme a un hermano al que perdí. Y como no puede hacerlo, lo único que me queda es luchar, matar y celebrar la muerte de cualquiera que caiga bajo mi espada. Pero ya es suficiente. El jefe Jacobo debe morir

Hazme caso cuando te digo que no puedes estar seguro en ninguna parte. No hay lugar donde esconderse en esta tierra desnuda.

El mañana. El mañana nunca llega. Antes prefiero pensar en el ahora.

Educaba a sus muchachos para que imitasen y celebrasen la civilización del hombre blanco como la única esperanza para la humanidad y, especialmente, para las razas negras.

—¿Y la libertad?

—Una ilusión. ¿Qué libertad existe para ti y para mí?

—¿Por qué luchamos, entonces?

—Para matar. Si no matas, te matan. Así que sigues matando y destruyendo. Es una ley de la naturaleza. El hombre blanco también lucha y mata con gas, bombas y de todo.

—Pero ¿no crees que está mal luchar y matar si no es por una gran causa como la nuestra?

—¿Y qué gran causa es la nuestra?

sé qué está pasando. Miedo en el aire. Pero no miedo a la muerte… es miedo a vivir.

Aquello sería el fin. ¿Qué era el futuro sin educación?

Eran jerséis negros. Se restregó los ojos. Los jerséis negros seguían allí, aproximándose ahora. Y entonces recuperó la vista. No estaba soñando. La policía había rodeado por completo la concentración.

aun así, sentía la pérdida de la tierra todavía más que Boro, porque para él se trataba de una pérdida espiritual.

Todos se reunieron en la choza de Njeri, juntos ahora solo para consolarse. Por la mañana la gente no diría Kwa Heri (adiós) al separarse por temor a considerar lo que una despedida así podría implicar. Podría significar «Por siempre, adiós».