En los cuentos del bautizo de un hijo de reyes, el hada maligna, ya sea malévola por naturaleza o temporalmente ofendida, lanza hechizos malos contra el infortunado niño y, así, es indistinguible de la bruja. El atuendo tradicional del hada madrina es precisamente similar al de la bruja: ambas llevan palos —una varita mágica o una muleta— con los cuales practican sus artes de magia, ambas pueden convertir a seres humanos en animales, ambas pueden aparecer o desaparecer a voluntad. En suma, la diferencia verdadera es que una es una viejecita simpática y la otra es una anciana sucia.