Su postre estaba basado en su dulce de convento favorito: los pasteles de Belém, los famosísimos pasteles de nata portugueses, que, a pesar de su nombre, no se hacen con nata, sino con crema pastelera. No obstante, en vez de elaborarlos con hojaldre, los estaba haciendo con masa de macarons, mucho más ligeros y esponjosos.