Se presenta aquí una muestra de un poeta cuya obra goza del raro don de poder ser reconocible al primer golpe. Estamos ante un poeta moderno, en tanto actual y utópico, que se sostiene en ese no lugar del propio tiempo de escritura y, al mismo tiempo, posmoderno, en tanto fragmentario y desprovisto de una sola pertenencia textual. El lector descubre aquí una factura formal y desgarbada, un agente provocador y del acto solemne, tan fluido como el canto abrupto de la lírica de la trova provenzal.