Pues bien, en esos aquelarres, nuestra Comba, como avezada bruja, besaba el trasero al macho cabrío, se daba a la bebida y se abandonaba al fornicio más desenfrenado en las noches de San Juan y de San Silvestre hasta que, sin saber muy bien las causas, se arrepiente, abandona estas prácticas, ejercita la penitencia, se convierte al cristianismo y hoy es una santa popular, no reconocida por la Iglesia, invocada para protegerse de los demonios, su especialidad.