La mitad del diablo constituye un excelente ejemplo de una literatura que podríamos llamar cuántica, según nos propone su autor, al presentarse sus elementos narrativos en forma de partículas brevísimas que obedecen a una mecánica de cadencia menguante basada en los principios de la elipsis, la riqueza de invención y el humor.
Desde su mismo excelente título, sugeridor de una posible esencia del propio microrrelato, nos hallamos ante la presencia del maligno y sus efectos, ante múltiples situaciones, mundos y pareceres, donde un bombero se enamora de la chica que rescata, un hombre recupera de improviso a todos los perros que ha tenido en su vida o unos novios se suicidan el día de su boda…