Prueba una técnica que yo llamo «micromeditaciones». Son meditaciones que se pueden practicar varias veces al día durante dos o tres minutos cada vez. Periódicamente, durante el día, presta atención a tu respiración. Puede ser en los momentos en que te sientas estresado o sobrepasado, con demasiado trabajo o poco tiempo, o quizás cuando notes que cada vez estás más distraído y agitado.
Primero, presta atención a la calidad de tu respiración. ¿Es superficial o profunda? ¿La estás aguantando y, al hacerlo, tal vez también tu estómago está encogido? ¿Están encorvados tus hombros?
Luego, empieza a respirar hasta hacer llegar la respiración a tu barriga. No te esfuerces. Si parece poco natural, trata de llevar la respiración al fondo del pecho. Si la mente divaga, regresa suavemente a la respiración, sin juzgarte por la momentánea pérdida de concentración.
Notarás que al efectuar regularmente estas micromeditaciones te vas volviendo más consciente y calmado. Progresivamente, te encontrarás más consciente, calmado y concentrado. Es útil crear recordatorios para practicar estas meditaciones a lo largo del día. Puedes ejercitarlas de dos a cuatro veces al día, cada hora, antes de entrar en una reunión, o cada vez que sientas que la multitarea está haciéndote perder la concentración; lo que sea factible y te haga sentir bien. Las micromeditaciones pueden ponerte de nuevo en marcha y ayudarte a desarrollar tu músculo del mindfulness.