J.P. Zooey, en “Tom y Guirnaldo”, nos sitúa entre los brazos de agua que se
bifurcan infinitamente en el Río de la Plata, donde dos soldados de la Armada
argentina deben cumplir una misión que encuentra sus raíces, se podría decir,
en la más delirante literatura de Copi, de Pynchon y de Vonnegut.