En primer lugar, estamos de acuerdo con Dios al decir que somos quien Dios dice que somos: Sus hijos, nuevas criaturas en Cristo. También decimos que somos “más que vencedores” por medio de Cristo (Romanos 8:37). Diferimos del diablo, que intenta convencernos de que no somos buenos, de que somos débiles y unos fracasados.